El hombre está en permanente cambio que se va reflejando en la cara; desde las formas redondas del recién nacido hasta las arrugas y serenidad de ojos del anciano, pasando por el alargamiento del rostro del adolescente y el reposo o crispación de la cara del adulto.
Sin perder la visión global, estudiamos:
El marco óseo: El inconsciente, fuente de energías.
Los receptores sensoriales: Intercomunicación entre el mundo interno y el externo.
El modelado de la carne que cubre el marco: Forma de adaptación al entorno.
Tonicidad: La actividad o pasividad de la acción.
Disimetría: Dos mitades de la cara: La izquierda representa la infancia, el pasado y la receptividad. La derecha representa el presente, la orientación al futuro y la actividad.
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